
Con mucho calor, paciencia y tesón, acolcho... nadie me obliga, lo hago porque quiero y cuando quito el bastidor de encima de mi halda, me siento como una esponja a la que se puede retorcer, sólo que no hay manos que se presten a ello.


Lo hago a mano, se pierde la agilidad de acolchar cuando llevas tiempo sin hacerlo, luego se retoma el ritmo, las puntadas no siempre salen uniformes, pero salen. Mis acolchados son lineales, sin marcar, voy a ojo, a veces ese ojo no es muy clínico, pero el resultado en conjunto tiene un efecto agradable. Así que hoy un poco, mañana otro poco y así hasta que lo termine.
Ya me queda menos.